Hoy entrevistamos a una maestra que ha tenido muchísima repercusión en las redes sociales. Creó un perfil, Maestra de Pueblo, y se ha hecho con una legión de seguidores. Miles y miles de maestros que se ven identificados con su experiencia.
Comparte con humor y filosofía pensamientos y opiniones acerca de su trabajo como docente. Sencilla, clara y absolutamente encantadora. Hoy hablamos con ella sobre docencia, educación y futuro.
¿Cómo surgió la idea de crear este personaje y ponerte a trastear en las redes?
En las redes trasteo desde hace tiempo, siempre he intentado ser activa, seguir blogs educativos, estar al día de lo que se cuece en educación… El personaje nació sin pensarlo mucho. Empecé a colgar las tontunas que se me ocurrían y la gente se puso a compartir.
Maestra de pueblo vs Maestra de ciudad. ¿Qué ventajas tiene para ti la enseñanza en el entorno en el que trabajas?
He trabajado en ambos entornos y los dos tienen sus cosas positivas y negativas. Yo, personalmente, prefiero ser maestra de pueblo. Aunque el pueblo no te puede ofrecer una gran oferta cultural, los alumnos tienen un gran contacto con la naturaleza, y muchos aún mantienen esa inocencia y curiosidad que se pierde en las grandes ciudades.
Las ratios (depende del pueblo) también influyen y puedes hacer actividades que con clases muy numerosas sería imposible.
No son pocas las quejas de nuestros maestros sobre el estado actual del sistema. ¿Qué le pasa, según tu opinión, a la educación actual? ¿Hemos empeorado?
Si pudiésemos hablar con un maestro de los que nos dio clase en la escuela tendría las mismas quejas: muchos alumnos por aula, demasiada papeleo, poco tiempo para realizar todo…
La diferencia es que antes un maestro tenía bastante claro qué es lo que tenía que hacer en su clase y ahora nos dejamos llevar por libros de texto, constantes cambios educativos, opiniones de unos y de otros… Hay muchos maestros que saben que podrían hacer las cosas de otro modo, pero no se atreven a hacer ese cambio y el cambio es necesario. Las políticas educativas, la inversión en educación y los pactos son precisos, pero si todo eso cambia y nosotros no nos movemos no servirá de nada. El cambio educativo debe partir desde abajo.
Seguro que no hay una fórmula secreta, pero ¿cuáles crees que son los principales cambios a los que deberíamos hacer frente como docentes para mejorar nuestro trabajo en las aulas?
Todos sabemos qué actividades motivan a nuestros alumnos, cómo aprenden mejor y a menudo nos quejamos de los libros de texto y de las actividades repetitivas que no nos aportan nada… entonces, ¿por qué no damos ese salto? ¿quién nos lo impide? Yo creo que deberíamos empezar haciendo una reflexión individual y autocrítica de lo que hacemos en el aula, de lo que funciona y lo que no. Se trata de intentar cambiar aquello que no nos gusta, pero que nunca nos atrevemos a hacer.
Empezar a dejar de lado la dependencia del libro de texto, hacer más partícipe al alumno del proceso, mejorar nuestra formación, salir de la comodidad que supone la secuencia explico-ejercicios-deberes… y abrir nuestra clase, compartir lo que hacemos y ver cómo lo hacen otros.
En los últimos meses se ha hablado muchísimo sobre la carga de deberes. ¿Cuál es tu opinión al respecto?
Creo que lo primero que necesitamos como maestros, como he dicho antes, es una reflexión sobre nuestro propio trabajo, ver si todo lo que hacemos o mandamos es útil, qué queremos conseguir con ello y pensar si a nuestros alumnos les sirve. No le veo mucho sentido a mandar deberes a diario por norma o para rellenar libro.
Se dice que antes los padres también estaban hechos de otra pasta. Hablemos de ellos. ¿Son un reto añadido fuera del aula?
No sé si las familias de ahora difieren mucho de las de antes. Antes quizás no se cuestionaba ninguna decisión del maestro (lo que no siempre es bueno). Ahora hay muchas familias preocupadas por la educación de sus hijos que también están al día de los cambios que se producen en la educación y que quieren lo mejor para ellos.
Nuestro reto es integrarlos como miembros de la comunidad educativa que son, tenerlos en cuenta y hacerles partícipes del proceso. Si los padres saben lo que se hace en el aula, pueden colaborar y se sienten parte del proceso todo funcionará mejor.
¿Hay que ser absolutamente modernas? ¿Qué hay de las nuevas tendencias, gamificación y demás métodos? ¿Crees que son tan prometedores como parecen?
[Risas] Yo debo ser muy antigua, porque todavía utilizo una pizarra de tiza. Ahora en serio. Las nuevas tendencias y metodologías son lo que son: un medio para conseguir que nuestros alumnos aprendan. Y no debemos obviar eso. No podemos dejar que sean un fin en sí mismo. Debemos conocerlas y usar las que más nos sirvan en cada momento. Ni usar todas porque sí, ni negarse a utilizarlas.
Y por último, nos gustaría hablar de emociones. ¿Hacia dónde nos llevan los nuevos retos en educación emocional? ¿Qué ocurre cuando las emociones se nos van de las manos?
Debemos partir de la base que el centro de la educación reside en los niños y que cada alumno tiene un mundo y unas circunstancias que lo hacen único.
Nosotros no podemos ser meros transmisores de conocimientos que los alumnos deban absorber como esponjas y ya está. Nuestro papel implica conocerlos y hacerlos competentes para enfrentarse a la sociedad en la que viven. Y eso implica que sepan resolver conflictos, saber expresarse, gestionar sus emociones, que sean empáticos…
En Educación Infantil sabemos cómo se sienten, utilizamos la asamblea para que se expresen y cuenten sus experiencias, pero a medida que crecen todo eso se deja de lado.
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