Mar Romera es la “seño”. Dice que es el título que la hace sentir más orgullosa. También lleva en su mochila los de magisterio, pedagogía y psicopedagogía y está especializada en inteligencia emocional. Además, es presidenta de la Asociación pedagógica Francesco Tonucci.
Lee, cuenta cuentos, juega y cocina. Disfruta con todo lo que hace. También en el aula. Y eso es lo que más nos ha sorprendido de ella. Su enorme sensibilidad y conciencia de la profesión docente.
Encantada de charlar contigo, Mar.
Dices que el título de “seño” es el que más te enorgullece. Pero también eres titulada en Magisterio, Pedagogía, Psicopedagogía. Digamos que has trabajado en aulas y con alumnos de todas las edades. ¿En qué entorno te sientes más a gusto?
Cada etapa es un mundo por descubrir. Cada etapa es un reto porque cada persona lo es. La magia de infantil no es comparable con nada; la vida se desborda por cada poro de su piel, sus ojos son capaces de mirar hasta el infinito mientras te ven por dentro. De un día a otro descubren, encuentran, aprenden, se sorprenden… de un segundo a otro pueden pasar de la tristeza a la alegría y del enfado a la calma.
Curiosidad y admiración son los dos lugares preferidos para la acción y la seguridad de pensar que el mundo gira para ellos y ellas, y aquí aparece el juego.
Su mundo es apasionante y si la conexión es la forma para el encuentro entre el niño y el adulto el vínculo es tan apasionante que prepara y garantiza todo el aprendizaje de los dos, niño y adulto. El juego su bandera.
La educación primaria permite el razonamiento, el debate y la lógica y siguen sorprendiéndote en cuestiones de imaginación y creatividad. El juego sigue siendo su campo para la acción y este aspecto hace que el adulto no olvide que es persona.
La utopía de la educación secundaria deja en ocasiones al adulto en la tesitura y la evidencia de haber perdido, de haber abandonado la lucha por valores que nunca deberían perderse. El encuentro consigo mismo hace del mundo adolescente un mundo apasionante y arriesgado.
En la universidad tuve la oportunidad de discutir con iguales, de dibujar en abstracto pero con realismo la escuela con la que soñaba y quería que ellos y ellas soñaran. El tercer tiempo, ese que se hace fuera del aula, fue el que más me enriqueció. A día de hoy conservo grandes amigos y amigas (ahora compañeros) que nacieron en las aulas de la universidad.
La formación profesional me pareció la mejor forma organizativa de hacer escuela, entre la clase y el taller, entre decir y hacer.
De todas las experiencias aprendí; en todas ellas la peor parte fue la de la evaluación, pues aunque en todos los casos se define como necesaria y justa yo no la entiendo tal y como la marca “la norma”, pero como “juego en un tablero que tiene reglas” la asumí.
Que en todas las etapas me han llamado “seño” me enorgullece, pues la mejor profesión del mundo es la de maestra.
También te has especializado en Inteligencia Emocional. ¿Qué nuevo retos nos plantea esta disciplina? ¿Sabremos aplicarla de verdad en nuestras aulas?
No sé si sabremos aplicarla, lo que sí sé es que no podemos educar sin emociones, ni hacerlo fuera de las emociones. La escuela debe ser un lugar para la educación afectiva y en la que se planifique e implemente una educación del afecto.
El profesorado debe formarse en este campo y tomar conciencia de la importancia que tiene como referente para su alumnado. Cuando tomemos conciencia de esto y entendamos que las emociones son el motor de la vida, son las respuestas adaptativas que nos permiten la supervivencia y las relaciones y que la calidad de nuestra vida depende de nuestros pensamientos y estos de la plataforma emocional desde la que se emiten y no de las circunstancias; el profesorado se pondrá manos a la obra sin lugar a dudas.
¿Y en casa? ¿Qué deben hacer los padres para completar y hacer que esa manera de enseñar y relacionarse sea integral?
La familia es la primera escuela de las emociones, con o sin intenciones explícitas. Nuestra madre, nuestro padre… son nuestros primeros referentes, son los que marcan la vida. Los comportamientos emocionales recurrentes vividos en la infancia se convierten en comportamientos emocionales recurrentes para toda la vida.
Decir te quiero; no pensar que el otro lo sabe y que no es necesario decirlo. Abrazar. Reír y llorar juntos. Respetar lo que el otro siente sin hacer juicios de valor sobre lo que debería sentir.
Hablar de emociones. Comentar, explicar y comentar lo que otras personas pueden sentir ante determinadas situaciones, siempre sin juicios de valor. Reconocer nuestras emociones y las circunstancias en las que se producen, los estímulos que las provocan, aceptarlas, identificarlas e incluso “negociar” con ellas hasta “utilizarlas”, sabiendo que no siempre pueden ser interpretadas o modificadas desde la razón son grandes estrategias que harán fuertes a niños y niñas en el momento que les ha tocado vivir, un mundo cambiante y lleno de riesgos que nos obligan a decidir constantemente.
Eres presidenta de la Asociación pedagógica Francesco Tonucci. ¿Cuáles son los objetivos de esta asociación?
Varias razones u objetivos nos dan identidad como asociación:
- Dar a conocer la persona, el personaje, la filosofía y la propuesta de Francesco Tonucci. En varias dimensiones: La ciudad de los niños; la escuela y los maestros… Siempre desde la idea de dar cobertura a la Convención de los Derechos de los niños en lo relativo al derecho al juego, a la participación y a la autonomía.
- Sentir que somos muchos y muchas los que tenemos los mismos sueños.
- Promover y provocar una formación de docentes fiel y acorde con la escuela que queremos, una escuela que respeta y conoce las pedagogías actuales y los pilares fundamentales de siempre.
- Desarrollar encuentros que nos permiten ser unos poquitos más cada día.
- Apostar por jóvenes que con “pequeños empujones” podrán desarrollar y ser lo que merecen.
- Evidenciar un Consejo de Infancia y dar voz a los niños y a las niñas.
Aunque hay algunas razones más, estas sintetizan las más importantes.
¡Logan Laplante! Un descubrimiento. ¿Qué te enseñó?
Que yo quiero ser hacker de la educación. Que los niños y las niñas no son el futuro, que son el presente y solo tenemos que escucharlos, aunque lo cierto es que no es nada fácil escuchar a los niños y las niñas. Oír sí es fácil, escuchar no tanto.
¿Puedes contarnos qué es para ti el “riesgo” en educación?
La educación es riesgo. La educación debería ser juego, el juego es riesgo. Todo lo que merece la pena es arriesgado. Es tomar decisiones. Es apostar por lo que otros no apuestan. Es pensar que todas las personas encierran su semilla de secuoya, es escuchar cuando el programa establecido no te deja tiempo, es utilizar el giratiempos cuando un niño es el protagonista; es buscar en cada niño y niña las fortalezas y no las debilidades, es trabajar en equipo, es abrir la puerta para que pase el mundo dentro del aula, es anotar todo lo que merece ser anotado y borrar lo que debe ser olvidado, es comer chocolate cuando hay tristeza y no explicar las razones, es poner tiritas cuando hay golpes, es andar con zapatos grandes y siempre pegados al suelo, es entrar en clase con todos los recortes importantes de tu vida en el corazón y en la cabeza, es ser transparente, es dejarte manchar de mocos y llenar de lágrimas y abrazos.
Educar es amar y amar es arriesgado.
Queremos ser útiles y trabajar con las mejores tecnologías. También queremos estar al tanto de las últimas tendencias pedagógicas, pero… ¿qué es lo que de verdad necesitamos como docentes?
Encontrar nuestro propio equilibrio emocional, tener clara nuestra escala de valores, ser personas llenas de cultura y de disposición al cambio. Para esto los docentes necesitamos leer mucho, viajar, escuchar música, conocer la naturaleza, hablar con desconocidos, visitar otras escuelas y otros colegas y una verdadera formación inicial acompañada de una investigación y formación permanente. Estamos hablando de la profesión más importante del mundo.
Nos gustaría que nos recomendaras un libro, una experiencia, una película, una imagen… Algo que te haya conmovido hace poco… (o hace mucho, no importa) y que creas que puede ser vital para cualquier maestro.
Un libro: “Con ojos de niño”. “Harry Potter”.
Una experiencia: Una conversación con Francesco Tonucci. El abrazo de mi hija en un momento que lo necesitaba. El apoyo incondicional de mi marido.
Una película: “Hoy empieza todo”.
Una imagen: Una niña chiquita el último día de clase con una gran pelota entre sus manos, la pelota tenía una inscripción:
Cada maestro y maestra es la posibilidad de 25 niños y niñas. Esto es importante y quiero contemplarlo siempre como posibilidad, nunca como otra cosa.
Gracias, Mar, por compartir tu profesión y sensibilidad con nosotros.